La guerra sucia y campaña de odio
La campaña publicista adoptada por Efraín Alegre se denomina “guerra sucia”, y es fácil conocer quién está detrás de esta estrategia: el conocido mundialmente como el “rey de la propaganda negra y guerra sucia”, hablamos de Antonio Solá.
Algunas consideraciones al respecto de este asesino publicitario.
Antonio Solá, originario de Terrassa, Barcelona, donde nació en 1972 y nacionalizado mexicano a principios de 2009, para actuar libremente en varias contiendas mexicanas y trasnacionales.
Antonio Solá es el prototipo de los nuevos mercenarios de las campañas políticas. Es hábil, inteligente, tiene un buen bagaje técnico para lograr efectos deseados como el rumor, la contracampaña, la inducción del miedo, la provocación que convierte al adversario en un enemigo irreconciliable y en una amenaza.
Solá asesoró a personajes como Cristina Kichner, en Argentina, pero también al guatemalteco Otto Pérez Molina, del Partido Patriota de Guatemala, representante de la derecha más cercana al paramilitarismo de esta nación vecina.
Solá también fue asesor de Germán Martínez, exdirigente nacional del PAN, cuando fue necesario confrontar al PRI durante los comicios federales de 2009. Aspiró a ser el imagólogo de Javier Lozano, el “gallo azul” que se bajó tempranamente de la contienda interna panista y se dio a conocer precisamente por su mano dura contra los sindicatos “non gratos” del calderonismo, como los electricistas, pilotos y mineros, pero apapachó cuantas veces pudo a la rancia gerontocracia cetemista.
La clave de Solá no está en las ideas sino en el dinero. Cobra mucho y necesita de una infraestructura de Estado para que sus planteamientos sean replicados a través de medios electrónicos, redes sociales, rumores y aparatos corporativos inventados desde el poder.
Domina ahora instrumentos como los videos en Youtube o las cuentas falsas en Twitter, los famosos “boots” o los “trolles” que facilitan las contracampañas. Algunos publicistas le atribuyen a Solá la autoría del famoso video de Adolfo Hitler, retomado de la película La caída, que ha sido utilizado lo mismo para burlarse de Peña Nieto ante sus errores en la Feria Internacional del Libro (con un éxito indudable) que para burlarse de la contienda interna del PRD en el Distrito Federal.
Y este personaje está asesorando la guerra sucia que hacen los liberales contra los colorados. Una prueba de la inutilidad de la gente del PLRA, que no se interesan por presentar proyectos que beneficien al pueblo, sino que el objetivo de los liberales es ocupar el poder, no importa el precio, no importan los medios ni las vidas que se puedan perder. Porque recordemos que en México más de 60.000 personas llegaron a perder la vida por culpa de la guerra sucia promovida por Solá.
La campaña publicista adoptada por Efraín Alegre se denomina “guerra sucia”, y es fácil conocer quién está detrás de esta estrategia: el conocido mundialmente como el “rey de la propaganda negra y guerra sucia”, hablamos de Antonio Solá.
Algunas consideraciones al respecto de este asesino publicitario.
Antonio Solá, originario de Terrassa, Barcelona, donde nació en 1972 y nacionalizado mexicano a principios de 2009, para actuar libremente en varias contiendas mexicanas y trasnacionales.
Antonio Solá es el prototipo de los nuevos mercenarios de las campañas políticas. Es hábil, inteligente, tiene un buen bagaje técnico para lograr efectos deseados como el rumor, la contracampaña, la inducción del miedo, la provocación que convierte al adversario en un enemigo irreconciliable y en una amenaza.
Solá asesoró a personajes como Cristina Kichner, en Argentina, pero también al guatemalteco Otto Pérez Molina, del Partido Patriota de Guatemala, representante de la derecha más cercana al paramilitarismo de esta nación vecina.
Solá también fue asesor de Germán Martínez, exdirigente nacional del PAN, cuando fue necesario confrontar al PRI durante los comicios federales de 2009. Aspiró a ser el imagólogo de Javier Lozano, el “gallo azul” que se bajó tempranamente de la contienda interna panista y se dio a conocer precisamente por su mano dura contra los sindicatos “non gratos” del calderonismo, como los electricistas, pilotos y mineros, pero apapachó cuantas veces pudo a la rancia gerontocracia cetemista.
La clave de Solá no está en las ideas sino en el dinero. Cobra mucho y necesita de una infraestructura de Estado para que sus planteamientos sean replicados a través de medios electrónicos, redes sociales, rumores y aparatos corporativos inventados desde el poder.
Domina ahora instrumentos como los videos en Youtube o las cuentas falsas en Twitter, los famosos “boots” o los “trolles” que facilitan las contracampañas. Algunos publicistas le atribuyen a Solá la autoría del famoso video de Adolfo Hitler, retomado de la película La caída, que ha sido utilizado lo mismo para burlarse de Peña Nieto ante sus errores en la Feria Internacional del Libro (con un éxito indudable) que para burlarse de la contienda interna del PRD en el Distrito Federal.
Y este personaje está asesorando la guerra sucia que hacen los liberales contra los colorados. Una prueba de la inutilidad de la gente del PLRA, que no se interesan por presentar proyectos que beneficien al pueblo, sino que el objetivo de los liberales es ocupar el poder, no importa el precio, no importan los medios ni las vidas que se puedan perder. Porque recordemos que en México más de 60.000 personas llegaron a perder la vida por culpa de la guerra sucia promovida por Solá.
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