Las “sutiles críticas” fueron así sólo porque no estuvo presente
Cartes, de lo contrario toda la artillería pesada de Antonio Solá (industria de
odio) se descargaría contra el presidenciable colorado. Cuando Alegre lanzó
acusaciones contra su oponente colorado demostró claramente que su objetivo no
fue presentar sus proyectos de gobierno, sino acribillarle con agravios a
Horacio Cartes, siguiendo así el plan de su asesor. Sin embargo este intento
terminó en frustración y Alegre perdió su oportunidad de presentar sus
propuestas de gobierno.
Era la desesperación el aire que respiraron los grandes enemigos del Partido Colorado y más todavía se notaba en el rostro del frustrado Efraín Alegre, cuya mirada se perdía en ideas que ni él podía ordenar; porque hasta las últimas horas gastó sus esfuerzos para escupir todo su veneno contra Cartes. Y se quedó como momificado cuando se dio cuenta de que todo su esfuerzo fue en vano, no sabemos si sentía ganas de correr o de llorar el “triste Alegre”.
Las recomendaciones de Antonio Solá cayeron en saco roto, porque lo que no sabe este hombre es que el pueblo paraguayo tiene una dignidad mucho más grande de lo él supone y no cederá a las divisiones a causa de la campaña de desprestigio que utiliza este infeliz asesor. El paraguayo tiene ese sentido, de que a pesar de las diferencias partidarias, existe un vínculo mucho mayor que le une al resto de los ciudadanos.
Efraín es un cobarde, porque actúa como tal como tal y esto lo demostró durante el debate, porque un hombre de verdad no habla de la vida de los demás en ausencia del afectado. Esta falta de respeto viene del bagaje humano tan demacrado del propio Efraín a lo que se suma la fuerte dosis de odio que le infundió el mercenario asesor.
Tal vez Efraín pretenda justificar que su asesor “es un hombre exitoso”, pero el fin nunca debe justificar los medios utilizados; porque los medios propuestos por Antonio Solá están fundados en el odio, en el desprestigio, en la mentira. Y no tiene ningún paso post destrucción, que al menos aliviane el daño provocado. Este hombre y su asesorado, en este caso Alegre, están sembrando odio y discordia, y existe la posibilidad de terminar muy mal, porque algunas de las campañas de odio dirigidas por Solá ya terminaron en graves enfrentamientos entre ciudadanos de un mismo país.
Alegre tiene que pensar primero en las familias paraguayas, que siempre permanecieron unidas, y en la tranquilidad que existe a pesar de todo en nuestro país, antes de incitar al fanatismo ciego y al odio entre los paraguayos. Antonio Solá y sus técnicas son un peligro para toda sociedad. Y este hombre “no tiene las manos limpias” tal como afirmó una vez.
Era la desesperación el aire que respiraron los grandes enemigos del Partido Colorado y más todavía se notaba en el rostro del frustrado Efraín Alegre, cuya mirada se perdía en ideas que ni él podía ordenar; porque hasta las últimas horas gastó sus esfuerzos para escupir todo su veneno contra Cartes. Y se quedó como momificado cuando se dio cuenta de que todo su esfuerzo fue en vano, no sabemos si sentía ganas de correr o de llorar el “triste Alegre”.
Las recomendaciones de Antonio Solá cayeron en saco roto, porque lo que no sabe este hombre es que el pueblo paraguayo tiene una dignidad mucho más grande de lo él supone y no cederá a las divisiones a causa de la campaña de desprestigio que utiliza este infeliz asesor. El paraguayo tiene ese sentido, de que a pesar de las diferencias partidarias, existe un vínculo mucho mayor que le une al resto de los ciudadanos.
Efraín es un cobarde, porque actúa como tal como tal y esto lo demostró durante el debate, porque un hombre de verdad no habla de la vida de los demás en ausencia del afectado. Esta falta de respeto viene del bagaje humano tan demacrado del propio Efraín a lo que se suma la fuerte dosis de odio que le infundió el mercenario asesor.
Tal vez Efraín pretenda justificar que su asesor “es un hombre exitoso”, pero el fin nunca debe justificar los medios utilizados; porque los medios propuestos por Antonio Solá están fundados en el odio, en el desprestigio, en la mentira. Y no tiene ningún paso post destrucción, que al menos aliviane el daño provocado. Este hombre y su asesorado, en este caso Alegre, están sembrando odio y discordia, y existe la posibilidad de terminar muy mal, porque algunas de las campañas de odio dirigidas por Solá ya terminaron en graves enfrentamientos entre ciudadanos de un mismo país.
Alegre tiene que pensar primero en las familias paraguayas, que siempre permanecieron unidas, y en la tranquilidad que existe a pesar de todo en nuestro país, antes de incitar al fanatismo ciego y al odio entre los paraguayos. Antonio Solá y sus técnicas son un peligro para toda sociedad. Y este hombre “no tiene las manos limpias” tal como afirmó una vez.
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