Nuestro
país está inmerso en una pobreza que afecta todos los ámbitos que constituyen
nuestra sociedad, y desde hace muchos años se vienen presentando soluciones
alternativas y que no solucionan el problema a largo plazo. Hasta pareciera, que
los gobernantes de nuestro país tienen miedo de una sociedad pensante, de gente
bien preparada intelectualmente y capaces de ofrecer mano de obra calificada,
porque esto aumentaría los costos y de una u otra manera reduciría la
vulnerabilidad de la sociedad a los intereses políticos.
La
solución al problema que sufrimos está en la “educación”. Una verdadera
educación de la juventud, e incluso también de la constante formación de los
adultos. Porque los hombres, mucho más conscientes de su propia dignidad y
deber, desean participar cada vez más activamente en la vida social y, sobre
todo, en la económica y en la política. Pero cuando se trunca este importante
ámbito, se crean brechas que cada vez hunden más a la sociedad en la
pobreza.
“La
educación es la madre y padre de todos los problemas”, pronunció certeramente el
presidenciable Horacio Cartes en ocasión del encuentro con grupo de docentes de
Itapúa. Y es bueno aclarar que la precaria y casi ineficiente educación es la
que está generando muchos problemas en nuestro País.
Podíamos
cuestionar esta postura y decir que hay otros elementos que son más concretos,
urgentes y hasta más indispensables, como: necesidad de crear fuentes de
trabajo, dar subsidio a los campesinos, construir más instituciones educativas,
hospitales, etc. Pero, aunque se construya toda esta estructura y se mejore
todos los servicios humanitarios, solamente se seguirá colocando “parches” a los
problemas y no una verdadera solución que pueda resolver el problema actual, y
dar inicio a un verdadero desarrollo de nuestro querido
Paraguay.
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