martes, 9 de octubre de 2012

Se puede Paraguay


Una frase clave que resume dos verdades fundamentales: en Paraguay hay suficiente tierra para trabajar, pero el problema es la presencia de aquello definido como “sinvergüenza”. Esto quiere decir que existen muchas personas que se dedican desvergonzadamente a utilizar la voluntad del pueblo campesino y humilde con fines puramente demagógicos, para poder utilizar este amplio sector menos favorecido con el fin de asegurar la permanencia en el poder o en en el peor de los casos, hacer negocios a costas de la necesidad de muchos compatriotas.

Tierras tenemos, pero lo que no tenemos es una política de reforma agraria seria. La solución no es la repartija de cierta cantidad de tierra a nuestros campesinas si no se les da asistencia técnica. Y justamente este punto está ampliamente contemplado dentro del plan de trabajo de Horacio Cartes, un hombre que no sólo siente desde ya la preocupación por este tema que él mismo considera de vital importancia.

 
Porque se da cuenta de que la economía del País mejorará si se insiste en el desarrollo de la clase campesina, dándoles una porción de tierra y asistencia técnica, educación para trabajar esta tierra. Luego mercado para los productos y que el precio de estos sea justo, para que los trabajadores del campo tengan un excedente para reinvertir e ir creciendo, logrando de este modo una vida más digna y confortable.

 
En palabras del señor Horacio Cártes: “Dios nos dio un país bendecido”. Y esta es una verdad que debe mover a jóvenes y adultos a buscar construir un país mejor, con más oportunidades de trabajo y donde se luche contra la pobreza. “Yo sé de las penurias que están pasando en el campo miles y miles de familias campesinas. Les hablo con propiedad porque conozco el campo”. Esto solamente lo puede decir un hombre comprometido con la gente y que pone las manos en el arado junto a la gente que surca todos los días la tierra en busca de un sustento para sus familias.

 
La solución para la pobreza no está en salir del lugar y mudarse a las periferias de las ciudades. Y de estas palabras ya podemos deducir un punto que hará la diferencia entre este hombre y los otros que antes gobernaron nuestro país: “Cuando a las familias campesinas se les da tierras, las herramientas , la asistencia y se les garantiza precios justos por sus productos, aman su campo y no se pelean por la tierra”.

 
Estos son los puntos fuertes donde Horacio Cartes insistirá para poder devolver a las familias campesinas la tranquilidad de tener una vida pacífica y esto ayudará a mejorar la microeconomía familiar. Un principio que da fuerza al presidenciable es su optimismo: “se puede” lograr el desarrollo y la convivencia armónica entre los paraguayos.

No a las mentiras y promesas falsas. No al proselitismo que después de pasadas las elecciones acaba en el olvido. El mismo Cartes insiste: “no hay que creer más en las mentiras”. El Paraguay no tiene “derecho a tener esta cantidad de personas sumidas en la pobreza”. “No tenemos derecho a tener tantas muertes de niños”, puntó con fuerza el presidenciable por Honor Colorado y su promesa no es una mentira, no es demagogia, porque los hechos y la realidad hablan por sí solas.


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