Los
pobladores de Ciudad del Este desde hace 11 años sufren las injusticias del clan
Zacarías, que administra la Municipalidad como un negocio
privado.
Una
descabellada resolución judicial, emitida, hace años atrás, por el juez Manuel
Seafildin, impide hasta hoy que la Contraloría General de la República (CGR)
audite la gestión comunal del entonces intendente, Javier Zacarías Irún y la
actual, de su esposa, Sandra McLeod de Zacarías.
Esto
hace que los contribuyentes y la ciudadanía toda no sepan en qué es destinado el
dinero aportante en diversos conceptos. Sin embargo, los Zacarías, sin
ruborizarse, constantemente enarbolan la palabra “honestidad y transparencia” en
su gestión. Pero, paradójicamente, el clan no permite, que el máximo órgano
fiscalizador de las cosas públicas audite su administración, sobre la cual pesa
grandes cuestionamientos.
Los
Zacarías convirtieron en un bunker inexpugnable el segundo municipio más
importante del país, donde en más de una década de gestión el misterio sigue
rodeando con relación al destino dado a los multimillonarios recursos generados
en la institución, referentes a diversos rubros.
La
Contraloría planteó una acción de inconstitucionalidad ante la Corte Suprema de
Justicia para destrabar la resolución judicial. Pero el pedido hasta hoy sigue
sin resolverse, por lo que continúa la impunidad para el clan Zacarías, que ha
convertido en una empresa particular la comuna de la capital del Alto
Paraná.
Las
autoridades constituidas, aquí en Ciudad del Este, como de cualquier otro
distrito de la república, tienen que abandonar la hipocresía y las mentiras,
expresiones que son usadas, constantemente, como arma de varios políticos
inescrupulosos. Y esta es una práctica normal en quienes están al frente de esta
comuna fronteriza.
Javier
Zacarías Irún, precandidato presidencial por una facción del partido colorado,
tiene que dejar en seguir mintiendo a la población esteña y nacional. En una
declaración brindada a Radio Cardinal, se jactó una vez más de hombre “honesto y
trabajador”.
Pero
en la realidad, no es ni uno, ni lo otro. Porque si se cree un hombre honesto,
no puede blindar las puertas de la municipalidad a la Contraloría General de la
República; y por otro, hay dudas del origen su patrimonio económico financiero,
porque, aparte, en haber sido intendente de Ciudad del Este y diputado nacional,
no se conoce mucho de su trayectoria en el campo profesional
privado.
Toda
esta incertidumbre que hay sobre la incalculable riqueza del clan, solamente se
desentrañará el día en que la Contraloría ingrese a la municipalidad para
auditar los 11 años de gestión de los Zacarías.
La
Corte debe expedirse sobre la inconstitucionalidad planteada por la Contraloría
y permitir así que se conozca los entretelones que envuelven a la administración
municipal esteña. Los cuestionados ministros de la máxima instancia judicial
deben dejar, definitivamente, en ser un instrumento útil de los políticos, como
en este caso del clan Zacarías, que maneja a control remoto a varios jueces y
fiscales del país, y más concretamente de esta región. Si las instituciones
continúan al servicio de los mandamases de turno, el pueblo tiene que seguir
saliendo a la calle a exigir justicia y acabar con el blindaje de la comuna
esteña.
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