Sobre
el importante tema de la solidaridad como un principio rector de las distintas
relaciones que se establecen dentro de la sociedad, encontramos dentro de la
doctrina social de la Iglesia Católica que con este principio se entiende el
conjunto de aspectos que relacionan o unen a las personas, la colaboración y
ayuda mutua que ese conjunto de relaciones promueve y alienta.
Ahora
bien, cuando tratamos de esgrimir el uso que se le da a este importante término
en tiempos electorales, muchas veces encontramos que es usado para disfrazar
intenciones políticas personales. De este modo se hace un mal uso del término
“solidaridad”, justificándose con ella los abusos políticos y de marketing.
Cuando
hablamos de marketing en política, bajo la apariencia de “solidaridad” tratan
de vendernos candidatos, exhibiendo como trofeos a quienes disfrutan de su
“ayuda”. Esta es una realidad lamentable, porque la necesidad de miles de
personas no puede ser usada para ganar votos ¿y después? Cuando se terminen las
campañas políticas ¿qué queda?.
La
solidaridad es un valor necesario en todo tiempo, porque existen necesidades
extremas, donde miles de personas comparten la triste estadística de pobreza
extrema y desatenciones oficiales. Por todo esto, es justo reclamar que las necesidades
humanas no pueden ser utilizadas para fines personales, y una entrega de
aportes no debería tener tinte de publicidad. Y es muy común ver esto por
ejemplo en algunos candidatos.
La
relación “solidaridad=campaña” es falsa. Porque la responsabilidad solidaria es
una obligación humana que en política, el futuro gobernante debe tener muy en
cuenta que es algo inconcebible que como personas no podamos comprender
necesidades ajenas, cuando a diario y delante de nuestros ojos abundan familias
hambrientas y niños librados a su suerte, no solo en periodos electorales.
La
clase política pierde credibilidad justamente porque durante el tiempo previo a
las elecciones prometen y luego no cumplen. Nadie tiene el derecho de usar la
imagen de las necesidades de las personas para vender una imagen falsa, para
engañarle a la gente sobre su supuesta “solidaridad”.
Lo
que necesitamos para reconstruir la confianza, no las fotos en donde hacemos
entrega de donaciones ni mucho menos la abundancia de promesas desde un micrófono,
sino obras concretas y las mismas tienen que tener cumplimiento, no sólo en
época electoral, sino en todo tiempo.
Necesitamos
solucionar los problemas de raíz, lo que no significa no sensibilizarnos ante
las necesidades particulares, sino enfocarnos en soluciones que cambien el
mismo sistema, la misma estructura. Necesitamos más acción y menos promesas que
pocas veces se cumplen.
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