El Paraguay, en los últimos años, ha sufrido importantes cambios, entre
ellos el crecimiento de las ciudades, generándose una mayor concentración de
gente en las mismas y como era de esperarse también la aglomeración de miles de
familias alrededor de estas ciudades. Sin embargo, las condiciones ambientales
han empeorado mucho, porque vemos ciudades cada vez más sucias y las periferias
son un verdadero vertedero, principalmente en época de lluvia.
Nuestra Constitución Nacional contempla: “el derecho a un ambiente
saludable” (Art. 7), “la protección ambiental” (Art. 8) y “el derecho a la
defensa del medio ambiente” (Art. 38). Es decir, las leyes están, pero existen
graves dificultades para cumplir o hacer cumplir. Porque cada vez más estamos
viviendo en condiciones insalubres, que se proliferan todo tipo de enfermedades
y el aire mismo de algunas zonas bajas es irrespirable. Las periferias se están
convirtiendo en vertederos, los cauces de agua son poluidos y los sistemas de
alcantarillados son muy precarios que ante la primera lluvia las calles son
inundadas.
Así vemos un contraste con el derecho que tiene toda persona de habitar en
un ambiente saludable y ecológicamente equilibrado. Estamos ante un verdadero
problema, porque en un pasado no muy lejano en el tiempo, se decía que los
niños heredarían un mundo mejor que el actual; y ahora nos encontramos ante un
mundo cada vez más poluido, que los pobres son cada vez más pobres, con las
secuelas en términos sanitarios, habitacionales y educacionales. En términos
simples: “estamos cada vez peor”.
Necesitamos tomar conciencia de que estamos bastante necesitados de
soluciones a estos problemas planteados, porque todo aquello que está
contemplado en las leyes debe bajar a la realidad y no quedarse en simples
fórmulas abstractas.
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