Desde hace ya varios años venimos sufriendo las consecuencias de las
improvisaciones en la política, principalmente en los estamentos
gubernamentales donde todo funcionaba con un estilo que rayaba a la
irresponsabilidad. Y es evidente la necesidad de planificar las cosas, de lo
contrario se sumerge al país en un estado de crisis, donde el pueblo humilde se
lleva siempre la peor parte , porque tiene que pagar los platos rotos de los
gobernantes.
Felizmente, ese periodo de procedimientos inmaduros conscientes o
inconscientes llegó a su fin y tiene inicio una etapa totalmente nueva en la
historia política del Paraguay. Este nuevo modo de encarar la realidad es
basado en una postura de cambio y no simplemente de modificación. Por eso, en
el proyecto “nuevo rumbo” se habla de cambio estructural, por lo tanto, se
deduce que el proyecto es cambiar la realidad, no sólo maquillarla y hacerla un
poco más presentable.
En el nuevo rumbo se colocan nuevos fundamentos a la realidad y el mismo
edificio del Estado se está planificando, con la asistencia técnica de
expertos; esto hace entrever la seriedad con que se está tomando las riendas
del país. Porque es innegable nuestra actual situación de casi
ingobernabilidad, entonces urge este planteamiento para poder superar esta
penosa travesía.
Todos los problemas están siendo cuidadosamente estudiados por gente que
trabaja de día y de noche, planificando las soluciones y algunas de ellas ya se
van poniendo en acto. De este modo se produce algo insólito en la política
paraguaya: la planificación. Y un segundo hecho que crea una revolución en el
viejo paradigma político: el discurso a través de las obras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario