El planteamiento profundo y al mismo tiempo muy acertado del Sr. Horacio
Cartes refleja claramente el regreso al sentido original de la palabra “poder”,
de la que muchos se apropian para cumplir fines totalmente contrarios y hasta
perjudiciales a quienes se aplica.
“El poder no es un fin en sí mismo, sino un medio para asegurar la felicidad
y la prosperidad del pueblo”. Acá notamos que el fin se coloca en el orden del
servicio a fin de perseguir aquellos objetivos que beneficien al pueblo en
general, que le asegure a este un desarrollo y lo lleve a dignificar la vida de
cada hombre y mujer que conforma la ciudadanía de un país.
“El poder por el poder corrompe el carácter y desvirtúa los fines de la
política”. El sistema de gobierno que se oriente hacia la única finalidad de
adquirir y aumentar el poder, que nace precisamente del hecho de ocupar un
cargo gubernamental. Un dirigente político necesita tener el poder, pero
comprendiendo que éste significa “servicio” y se puede agregar también la
búsqueda del bien común, como un principio que unifique la diversidad de modos
de ejercer el poder-servicio.
Otra importante consideración es la falsa concepción de la política como
“administración de realidades”, porque no tiene un sustento real esta
consideración, pues la simple administración de las diversas realidades no
lleva ninguna parte, es más esto hasta puede estancar y empeorar la misma
realidad que se pretende administrar.
El objetivo que debe perseguirse y realizarse es transformar las
realidades, solamente así lograremos un país diferente, un Paraguay renovado y
fortalecido, donde todos puedan tener una vida digna y garantizar bases de
prosperidad y felicidad del pueblo paraguayo.
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