En una ocasión el Lic. Walter Hoermosa había dicho: “la impunidad
sigue siendo el 'gran incentivo' de que la corrupción siga imperando en el
Paraguay”. Es bueno insistir en este problema y tratar de darle una solución de
raíz, porque de nada sirve multiplicar cárceles o equipar con armas de primer
mundo a los responsables del orden, si existe una estructura corrupta que deja
impunes la corrupción en todos los modos en que se da.
Debemos salir de ese listado de países corruptos, porque estamos entre los primeros en Latinoamérica. Lo que demostramos con esto es nuestra inutilidad para poder revertir esta situación que cada vez nos hunde más en la miseria. Los paraguayos somos conscientes de esto, pero somos pasivamente condescendientes y ni siquiera nos manifestamos para solicitar alguna solución; sin embargo, hay que entender que estamos cansados de reclamar por la falta de respuestas.
Es ya grave el concepto de “país más corrupto”, pero lo peor es que este se acrecienta cada año debido a la impunidad existente. En nuestro país, los gobernantes roban millones y nadie hace nada, nadie investiga; todo permanece como un caso de familia. No existen informes de gobiernos anteriores, pero no pueden existir porque todo se resuelve con prácticas clientelistas.
Millonarías sumas se desvían y la Contraloría General de la República da ciertos informes, pero nadie resuelve investigar a partir de estos informes emitidos. Esto debe terminar si queremos salir de la lista negra, de lo contrario cada vez estaremos más en el fondo del pozo. Pero esto no le afecta a los grandes ladrones del pueblo, sino a los que a tientas sobrevivimos.
Hay que considerar que que la formalización de las actividades económicas del país ha contribuido a bajar, de alguna manera, la corrupción, pero debido a la impunidad imperante no se la puede erradicar o, al menos, no se la reduce en una mínima expresión.
En fin, la lucha más grande que le sigue a la lucha contra la pobreza va ser la lucha contra la impunidad en el Nuevo Rumbo.
Debemos salir de ese listado de países corruptos, porque estamos entre los primeros en Latinoamérica. Lo que demostramos con esto es nuestra inutilidad para poder revertir esta situación que cada vez nos hunde más en la miseria. Los paraguayos somos conscientes de esto, pero somos pasivamente condescendientes y ni siquiera nos manifestamos para solicitar alguna solución; sin embargo, hay que entender que estamos cansados de reclamar por la falta de respuestas.
Es ya grave el concepto de “país más corrupto”, pero lo peor es que este se acrecienta cada año debido a la impunidad existente. En nuestro país, los gobernantes roban millones y nadie hace nada, nadie investiga; todo permanece como un caso de familia. No existen informes de gobiernos anteriores, pero no pueden existir porque todo se resuelve con prácticas clientelistas.
Millonarías sumas se desvían y la Contraloría General de la República da ciertos informes, pero nadie resuelve investigar a partir de estos informes emitidos. Esto debe terminar si queremos salir de la lista negra, de lo contrario cada vez estaremos más en el fondo del pozo. Pero esto no le afecta a los grandes ladrones del pueblo, sino a los que a tientas sobrevivimos.
Hay que considerar que que la formalización de las actividades económicas del país ha contribuido a bajar, de alguna manera, la corrupción, pero debido a la impunidad imperante no se la puede erradicar o, al menos, no se la reduce en una mínima expresión.
En fin, la lucha más grande que le sigue a la lucha contra la pobreza va ser la lucha contra la impunidad en el Nuevo Rumbo.
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